domingo, 12 de junio de 2016

CAPITULO 162





Abro la puerta y Lana está parada ahí espiando, porque eso es lo que hace una puta entrometida. Trato de moverme a su alrededor, pero ella me sigue los pasos, bloqueando mi escape. Pongo mis manos en sus brazos. Piensa que quiero besarla porque cierra los ojos y se inclina, pero en cambio la fuerzo a un lado.


Agarra mi bíceps con fuerza, presionando sus largas uñas en mi piel.


—Escuché lo que dijo. Tu esposa no te quiere como eres, pero yo sí.


Cuanto más dice Lana, más me doy cuenta de lo mucho que la odio. No puedo creer que haya tenido una relación con esta perra.


—No voy a hablar de mi matrimonio contigo.


Se encoge de hombros.


—No suena como que hay un matrimonio que discutir. A tu esposa le repugna la persona que eres, el hombre en que te convertí, por sus palabras. —Avanza hacia mí—. Si te amara, estaría bien con lo que eres.


Sigo sosteniéndola con los brazos extendidos.


—Detente. No quiero escuchar esto.


—Yo estaría bien contigo teniendo otras mujeres. Podrías traerlas a nuestra cama siempre que quisieras. —Sonríe y hace un gesto hacia la puerta del dormitorio de Ernesto y Emma—. Me ha llegado a gustar. Tal vez tú y yo y Paula podríamos darle una oportunidad.


¿Qué demonios está mal con ella?


—Golpeé a la última persona que sugirió algo similar.



—Mis gustos han madurado desde que estuvimos juntos. Me gusta rudo. —Me empuja de forma inesperada. Me atrapa con la guardia baja y mi espalda golpea contra la pared, haciendo un ruido sordo—. También te gustaría si dejaras que te muestre.


Solo es una perra, está loca.


—Estás loca, y he terminado aquí.


La empujo para escapar, pero ella bloquea sus brazos, tirando de mí con ella contra la pared. Me tropiezo, aterrizando pecho a pecho con ella causando otro golpe fuerte.


—¿Ves? Sabía que te gustaría rudo.


Se aferra a mí con fuerza y su intención no es ningún misterio. Quiere que P abra la puerta y me vea con ella de esta manera.


Y consigue lo que quiere.


Paula se encuentra en la puerta mirándome enredado en los brazos de Lana. Estoy jodido, y no la manera en que quiero estarlo.


—P. No es lo que parece. —Eso es todo lo que soy capaz de decir antes de que salga corriendo por el pasillo.


—¡Qué maldito cliché! Por lo menos ten el suficiente respeto por mí para ser original.


—Ups. —Lana se ríe.


Nunca he sido violento con una mujer en mi vida, pero tengo que luchar contra el deseo de poner mi puño en el rostro de esta. En el mismo momento en que me siento como si pudiera explotar, golpeo mi puño cerrado a través de la pared al lado de su cabeza. Ella parece sombría y el miedo se apodera de sus ojos. Está asustada por mi exhibición y el potencial de lo que podría hacer con ella. Bien. Espero que me las haya arreglado para poner fin a su juego.


—No quiero volver a ver tu cara de nuevo.


Me alejo de ella para ir a buscar a mi esposa y veo a Ernesto todavía haciendo de barman cuando paso por la cocina.


—¿Acaso Paula vino por aquí?


—Umm… sí. Creo que salió por la puerta del garaje. —Supongo que tiene a Daniel en camino hacia acá y planea salir a hurtadillas. No lo hará si tengo algo que ver con ello.


Le tomará al menos veinte minutos llegar aquí, así que me acerco al lavadero de la cocina para lavar mi mano ensangrentada. Ernesto dice en voz alta:
—¡Vaya, hermano! ¿A quién golpeaste?


Duele cuando el agua fría golpea la piel abierta.


—No es quién. Dile a Emma que puede elegir un nuevo color para el pasillo si quiere, ya que van a necesitar algún trabajo de placas de yeso.


—Estoy asumiendo que no fue un accidente.


—Definitivamente no. Paula piensa que me vio coqueteando con Lana. —Incluso admito que debe haber parecido de esa manera—. Sabes que no lo estaba. Lo preparo para que se viera de esa manera.


—Sabía que iba a hacer algo cuando llamó a Emma de repente. Estaba pescando por una invitación a la fiesta para poder llegar a ti y Paula.


Emma se acerca.


—¿Quién quería llegar a ti y Paula? —Baja la mirada a mi mano—. Oh diablos. ¿Qué pasó?


—Una tormenta de mierda llamada Lana. —No quiero explicar esto otra vez—. Pon a Emma al día. Tengo que encontrar a P y explicarle las cosas.


Voy al garaje y no encuentro ningún rastro de Paula así que llamo a su teléfono. Oigo la versión hawaiana tenue de Somewhere Over the Rainbow y sigo su melodía hacia el patio. Está sentada en la mesa bistró cavando en su bolso para encontrar el objeto que hace ruido. Estoy seguro de que quiere silenciarlo para que no descubra su escondite.


Demasiado tarde.


Está llorando y me rompe el corazón adivinar lo que está imaginando.


—Te irás de inmediato si sabes lo que es bueno para ti.


—Ya te he dicho que sé lo que es bueno para mí, y eso eres tú. Siempre tú. Eso nunca va a cambiar. —Quiero ir con ella, pero tengo miedo que me rechace.


—¿En serio? Porque parecía que pensabas que Lana podría ser buena para ti hace unos minutos.


—¿Tiene sentido que me alejara de ti y coqueteara con Lana dos segundos después, cuando podrías salir de la habitación en cualquier momento y verme? Vamos, P. Sabes que fue una trampa total. Al igual que ella arrinconándote afuera. —No responde, pero no pone en duda mi afirmación tampoco—. Nena, es imposible para ti envolver tu cabeza alrededor de las cosas maliciosas que Lana es capaz de hacer porque tu corazón es tan bueno y puro. Confía en mí cuando digo que es venenosa. Y determinada. Hará cualquier cosa para conseguir lo que quiere.


—Te quiere a ti.


—Y ti también.


Se ve confundida, como debería estar.


—¿Qué?


—No soy el único al que le gustaría tener. Propuso un trío. —Se ve como si estuviera esperando oírme decir si acepté o rechacé la oferta. Mierda, no puedo creer que esté en un punto donde tengo que confirmarlo—. Le dije que no.


Lana me ha jodido con éxito después de todo.


—Creo que han habido un montón de malentendidos esta noche y quiero aclararlos. —Me dejo caer de rodillas delante de P y tomo sus manos—. No quiero a Lana, a pesar de que
trató de hacer que parezca como si lo hiciera. Te amo. Eres la única para mí.


—Eso puede muy bien ser el caso, pero no estoy lista para decir que todo está bien y superar lo que acaba de suceder. —Baja la mirada mientras las lágrimas caen de sus ojos—.
Estoy tan… malditamente furiosa. —Sus palabras transmiten la ira pero sus lágrimas, junto con el sollozo que sigue, me dice que hay algo más: dolor.


¿Cómo se llegó a esto? No hice nada malo y, sin embargo, me siento como un hijo de puta.


Mi esposa está molesta y llorando y no sé cómo solucionarlo.


Los faros del auto brillan en nosotros cuando Daniel se detiene y me pregunto si va a dejarme ir a casa con ella. 


Tiene la costumbre de hacer que me vaya cuando está enojada.


No responde de inmediato y mi corazón late. Suspira. Sé que probablemente quiere espacio, pero no quiero estar lejos de ella esta noche. Creo que estar separados podría causar más daño que bien.


—Por favor, no hagas que me quede en otro lugar esta noche.


Agarra su bolso y se levanta, dejándome de rodillas.


—Vamos. Daniel está esperando.




No hay comentarios:

Publicar un comentario