sábado, 4 de junio de 2016

CAPITULO 136




Paula va a comprar el vestido de novia con mamá, Emma y Chloe, así que tengo todo el día para mí mismo, o eso pensé. Ernesto me culpa por tener que quedarse cuidando de los niños durante todo el día, mientras que Em está de compras por mi boda, e insiste en que tengo que ayudarlo. 


Inútil.


Sí, supongo que soy el culpable, pero son sus hijos, no míos. 


No me importa estar con ellos, sin embargo. Puede que sea una buena práctica y estoy seguro de que es mejor experimentar con los niños de otra persona antes de arruinar los tuyos propios.


Entro y Ernesto y Aidan están en medio de un ataque infernal.


—Hermano, ¿qué le has hecho a tu hijo para hacerle gritar de esa manera?


Me da esa mirada que dice que me mataría si pudiera.


—Tú hiciste esto.


Oh, maldición, no, no lo hice.



—¿Qué he hecho para hacerle gritar de esa manera? Todo lo que hice fue entrar por la puerta.


—Está como loco porque quiere las tetas de Em. No quiere tomar un biberón.


Es un Alfonso, con eso es suficiente.


—No lo culpo.


—Cállate. No puedo esperar hasta que esta mierda te suceda a ti. No será tan divertido entonces, amigo.


—Lo siento. ¿Hay algo que pueda hacer para ayudar?


Él sostiene a Aidan gritando hacia mí.


—Tómalo y mira a ver si puedes hacer algo con él mientras les hago a las chicas algo de comer. Y para mí también. Me muero de hambre.


Sostengo a mi sobrino gritando y no tengo ni idea de qué hacer con él, así que me siento en el sillón y empiezo a mecerlo. Lo intento con su biberón de nuevo y Ernesto tiene razón. No quiere a un impostor.


—Pequeño hombre, vas a tener mucha hambre si no eres sabio y tomas este biberón. Apuesto a que tu buffet no volverá hasta tarde.


Sigo intentándolo con su biberón y finalmente cede, pero estoy bastante seguro de que está enojado sobre ello.


—Lo entiendo, Aidan. Te gusta la cosa real. A todos nos gusta, pero tienes que darle a tu mamá un respiro.


Apura el biberón entero y está dormido antes de que pueda sacarle los gases, pero lo coloco por encima de mi hombro y le doy palmaditas en la espalda de todos modos. No lo molesto, está fuera de combate y no eructará.


Ernesto estará satisfecho y sorprendido cuando regresa de alimentar Celia y Mila.


—¿Cómo demonios hiciste eso?


Realmente no hice nada. Él se derrumbó.


—No estaba ni un poco feliz por ello, pero es un hombre. Su estómago finalmente se impuso sobre sus problemas de ira.


—Gracias a Dios. No quiero escuchar sobre eso en todo el día. Estaba listo para enviarlo a casa contigo.


Ernesto se deja caer en el sofá frente a mí. Mila se arrastra sobre su regazo.


—¿Es hora de los pañales para ti, pequeña?


Ella comienza a girar un mechón de cabello alrededor de su dedo y reconozco su ritual para cuando tiene sueño.


—Tiene algo con darle vueltas a su pelo cuando tiene sueño. No debe pasar mucho tiempo hasta que esté fuera de combate. Si puedes conseguir dormir a Celia, podrías tener una oportunidad de descansar.


—Celia está lista. Ella está viendo una película en su habitación, por lo que estará dormida en tres minutos —Ernesto controla esto al dedillo.


—No creo habértelo dicho, pero eres un gran padre.


—Bueno, yo nunca pensé que te vería con mis niños, pero tengo que admitir que te ves como muy natural allí sosteniendo a mi hijo.


Me gusta la forma en la que me hace sentir sostener al bebé.


—Si no soy natural, espero ser un rápido aprendiz. Paula quiere bebés. Al menos dos o tres. Quizá más. Voy a cumplir treinta y un años en un par de meses y yo no quiero tener hijos cuando tenga cuarenta años, así que me imagino que no vamos a esperar mucho tiempo antes de empezar a intentarlo.


Mila está fuera de juego, pero Ernesto continúa sosteniéndola en lugar de ponerla en el sofá.


—Mi hermano, el rico playboy, se casa y habla acerca de tener hijos. Lo hiciste,hermano. Tienes tu pastel y te dan de comer demasiado. Me alegro por ti. Paula es una chica especial y te hace realmente feliz.


Este es el primer momento serio que he compartido con mi hermano desde el día en que se acercó y me dijo sobre Aidan. Ellos están raros y distantes entre sí, porque ese es el tipo de hermandad que tenemos, pero ahora se siente como el momento adecuado para preguntarle algo que me ha estado dando vueltas en mi mente.


—Necesito un padrino. ¿Crees que estás listo para el trabajo?


—¿Crees que no puedo con un anillo y hacer un brindis?


—Creo que tienes la capacidad de hacer las dos cosas, o no te lo habría pedido.


—¿Significa esto que soy tu mejor amigo?


Él me está provocando.


—No.


—Sí, es así. Dilo.


Debería haber sabido que había una especie de cosa como esta.


—Eso no quiere decir nada.


—Dilo, o no lo haré —amenaza. Incluso a los veinte y ocho años, es un pequeño idiota.


—Tengo un montón de amigos a los que podría preguntar.


—Pero no lo hiciste. Me preguntaste a mí, así que admítelo. Soy tu mejor amigo.


—Sí, eres mi mejor amigo. ¿Feliz? —Me siento derrotado.


—Sí, mejor amigo —dice riendo.


—Maldita sea. Tus hijos son más maduros que tú.


Y así se pasó mi día, mientras que las chicas están de compras para la boda. Mi hermano me pone al día sobre el matrimonio y la paternidad. Una vez habría pensado que esta conversación sería aburrida como el infierno, pero no hoy.


Estoy emocionado por ello y no puedo esperar para experimentarlo por mí mismo.





No hay comentarios:

Publicar un comentario