jueves, 5 de mayo de 2016

CAPITULO 38




Me estoy aplicando maquillaje para salir por la víspera de año nuevo y estoy totalmente desanimada. Pensé que pasar el año nuevo en Australia sería alguna especie de experiencia espectacular, pero no lo será porque Alfonso no está aquí celebrando conmigo. Y no estará aquí para besarme a medianoche.


Estoy ahumando mis ojos con delineador negro mientras Aldana está en la ducha hablando sin parar sobre Zac. Realmente quiero decirle que se calle. Sé que estoy siendo completamente egoísta, pero si yo no puedo estar con Alfonso, no quiero oír sobre todas las cosas que ella va a hacer para estremecer el mundo de Zac esta noche.


Suficiente es suficiente.


—Iré a la habitación a vestirme.


—Está bien, saldré en un minuto.


—Tómate tu tiempo. —Estoy envuelta en una toalla cuando me asomo a la puerta para asegurarme de que Benjamin no está alrededor antes de entrar en la habitación. Después de notar que no hay monos en la costa, me lanzo a ello. No he dado cuatro pasos en el pasillo cuando corro a estamparme directamente en él.


Literalmente.


Miro hacia arriba mientras sujeto la toalla firmemente. Estar tan cerca de él vistiendo tan poco se siente mal. Realmente mal.


—Disculpa.


Él no se mueve o dice nada, sus ojos recorren mi cuerpo, y yo lo rodeo y corro a través de la puerta del cuarto, cerrándola tras de mí. Mierda, eso fue más que un poco incómodo.


Me paro frente al armario buscando en lo que ahora se ha convertido en un bien común. No hay mío o tuyo. Saco un vestido sin tirantes negro con una gran faja roja en la cintura y lo sostengo sobre mí mientras me miro al espejo. Es de
Aldana así que por supuesto que me quedará corto, pero me gusta. Es sexy como el infierno. No sé por qué me preocupo. 


No tengo a nadie que impresionar.


Estoy de pie frente al espejo con el vestido cuando Aldana entra en la habitación.


—Buena elección.


—No te lo ibas a poner, ¿verdad?


—No, usaré el azul eléctrico.


Me pongo el vestido y Aldana lo cierra por mí. Es ajustado pero aprieta en todos los lugares correctos. Es un vestido sexy y me veo caliente en él, pero en lugar de estar orgullosa por como luzco, estoy decepcionada de que Alfonso no esté aquí para verme. Tal vez le envíe textos con fotos de mí misma para que vea lo que se está perdiendo.


Cuando terminamos de alistarnos, vamos a la sala donde Zac y Benjamin están listos esperándonos. Zac se para y va inmediatamente junto a Aldana, diciéndole lo hermosa que está. Benja está mirándome fijamente y comienzo a sentirme
realmente incómoda. Incluso más de lo que me sentí antes en el pasillo. De alguna manera me siento más desnuda que cuando estaba usando sólo una toalla.


Desearía que las cosas no fueran así entre Benjamin y yo, desearía que pudiéramos hablar y reír como amigos en lugar de ser constantemente absorbida por toda esta inquietud.


Los cuatro salimos del edificio de apartamentos y tomamos un taxi hacia el club para que todos podamos beber. Me aseguro de tomar el asiento de adelante para no quedar atascada con Benjamin atrás. Tal vez es infantil, pero no me importa. Él no necesita ni un poco de estímulo.


Benjamin sujeta la puerta para mí cuando entramos al club. 


Cuando camino pasándolo, él se acerca a mí.


—Estás excepcionalmente bella esta noche, Paula.


La forma en que lo dice es dulce. No lo sé. Tal vez habría estado interesada en él si no hubiera existido ningún Alfonso, pero hay un Alfonso y es el único que quiero.


—Gracias, Benja. Estás muy guapo esta noche. Cada chica en la habitación se desmallará ante ti.


—Excepto la que yo quiero.


Mierda. ¿Por qué él tiene que mencionar al gran elefante rosa en la habitación?


No digo nada y camino hacia la mesa que Zac y Aldana han elegido cerca del escenario. Por supuesto, están sentados juntos, así que eso significa que Benjamin y yo debemos sentarnos juntos.


Desde que es víspera de Año Nuevo, me estoy preguntando si habrá entretenimiento real. El micrófono abierto ya ha comenzado y hay una mujer cantando una canción de Adele en la máquina de karaoke. Está imitando cada nota de Adele... imagino que ha estado practicando toda la semana frente al espejo para estar lista para su gran performance.


—Hay una hoja de inscripción si quieres cantar. Querrás ir adelante y poner tu nombre. Estoy seguro de que será larga ya que esta es una gran noche.


Tomo a Aldana de la mano y la saco de la silla.


—Vamos, no cantaste la última vez y fuiste le que coreó más alto para que me subiera al escenario.


Benjamin tenía razón, la lista es muy larga, Aldana y yo nos anotamos pero me sorprendería que nos llamaran antes de medianoche. Probablemente estaré demasiado ebria para recordar cómo cantar.


Nuestra camarera coloca un Suavignon Blanc frente a mí. Lo ordené porque es uno de los vinos que he llegado a disfrutar desde que conocí a Alfonso. Tomo un sorbo y me sorprendo por cómo una copa de vino puede hacerme sentir más cerca de él, incluso cuando está a siete horas de distancia.


Una tras otra, las personas suben al escenario. Algunas son decentes mientras otras son un desastre, pero todo es por diversión y pienso que todos en el bar aplauden más a los que apestan. Se llama aplauso de lástima.


Cerca de quince minutos antes de medianoche, Aldana es llamada al escenario, lo que significa que yo soy la próxima. Ella está bastante ebria y por su bien espero que no arruine esto.


Ella toma la guitarra de su soporte y se sienta en el banco antes de poner la correa alrededor de su cuello. Rasguea un par de veces y tengo un destello de cómo debo verme sobre el escenario, menos la parte de la ebriedad.


Comienza a cantar “You were meant for me” de Jewel y no estoy segura de si es porque ella intenta enviarle un mensaje no tan sutil a Zac o porque es una canción que realmente sentía que podía sacarla borracha. De todos modos Zac no
aparta los ojos de ella y tengo envidia.


Ella termina y la multitud aplaude animosa. Como debían. 


Ella hizo una gran actuación.


Soy llamada al escenario y ocupo mi lugar frente al piano esta vez. De ninguna jodida manera cantaría esta canción si Alfonso estuviera aquí, pero no lo estaba y es mi pequeña broma privada conmigo misma.


Me inclino hacia el micrófono y me dirijo hacia la multitud porque no puedo evitarlo. Soy una artista. Está en mi sangre. 


Es lo que hago.


—¿Todo el mundo está listo para recibir el Año Nuevo? —La multitud responde fuerte, dejándome saber que están teniendo realmente un buen tiempo—. Jugueteé con esta canción en el piano el otro día y decidí que haría mi propia
versión. En cierto modo me gustó la forma en que sonó. —Toco unas pocas notas y hablo al público—: Infiernos, amé la forma en que sonó, pero voy a dejar que ustedes me digan lo que opinan. Esto es “Private Dancer” de la adorable Tina
Turner.


Escalofríos me recorren cuando comienzo a cantar. Me inclino sobre el micrófono.


Bueno, los hombres vienen a estos lugares... Y los hombres son todos iguales... No miras a sus rostros... Y no preguntas sus nombres.


Cierro los ojos mientras canto porque no quiero ver al público, quiero pensar en el baile privado que hice para Alfonso.


Soy tu bailarina privada... Una bailarina por dinero... Haré lo que quieras que haga... Soy tu bailarina privada... Una bailarina por dinero... Cualquier música vieja servirá.


Olvido que estoy frente a un público y comienzo a perderme en la letra.


Déjame aflojarte el cuello... Dime... ¿Quieres verme hacer el Shimmy otra vez…?


Cuando termino la canción regreso del lugar donde he estado. Bajo del escenario y anuncian que la cuenta regresiva está a sólo tres minutos.


Diablos, esperaba que Benjamin no tratara de lanzarse sobre mí ¿Qué haría con eso?


Apoyo mi mentón en mi mano y deseo por millonésima vez estar con Alfonso cuando mi teléfono vibra sobre la mesa y se enciende con un nuevo mensaje de texto. Sonrío cuando veo que es de Alfonso. Probablemente me está deseando un
feliz año nuevo.


Sí. Me gustaría que hicieras el Shimmy otra vez.


Él está aquí. 


Mi cabeza se alza y comienzo a buscarlo entre el mar de rostros.


Cuando no lo encuentro en la multitud le mando un texto. 


Temo que no lo encontraré antes que terminara la cuenta regresiva.


¿Dónde estás?


Un momento después sentí sus manos rodear mi cintura y sus labios contra mi oreja.


—Justo aquí.


Me giro y lo miro con incredulidad.


—Pensé que no regresarías hasta mañana.


—Me rompí el trasero para conseguir hacer todo y dejé Lovedale esta tarde para que pudiéramos estar juntos durante la cuenta regresiva. No quería que nadie más te besara a medianoche.


Sé cómo se traduce eso. Él no quiere que Benjamin me bese, pero lo que Alfonso no nota es que no habría beso de año nuevo para mí si no venía de él.


—¡Cinco, cuatro, tres, dos, uno!


Toma mi rostro entre sus manos y me besa con fuerza mientras “Auld Lang Syne” suena a todo volumen. Cuando me deja ir, retrocede para poder verme a los ojos.


—Ven a casa conmigo.






No hay comentarios:

Publicar un comentario