sábado, 28 de mayo de 2016

CAPITULO 114






El no tiene idea de lo que me hace cuando dice cosas así. 


Me desgarra el corazón en dos. Sé que lo amo y quiero estar con él más que nada en este mundo, pero también tengo esta vida que apenas he probado. ¿Qué sucederá si la dejo de lado y luego no funcionamos? ¿Dónde estaría entonces?


Sola sin una carrera. He estado allí y he hecho eso, y fue terrible. Estoy aterrorizada de encontrarme de nuevo en esa situación.


Mi corazón corre. Sé que él quiere que le diga que me alejaré de todo esto y que regresaré con él pero no puedo.


—Tengo miedo. Aterrorizada es en realidad una mejor palabra. Ojala no lo estuviera, pero soy la única persona en mi vida que me ha cubierto la espalda. 


Ésta es mi manera de sobrevivir; poner la confianza en manos de alguien que no sea yo es volverme vulnerable. Nunca me he permitido hacer eso. Estoy arruinada de esa manera y no estoy segura de que alguna vez pueda ser diferente.


—Yo sé que puedes. Vi tu vulnerabilidad cuando me dijiste que me amabas la primera vez. Atravesaste aquellos muros que habías construido, pero te decepcioné. Y aunque me amas, no estás lista para confiar en mí completamente de nuevo. Pero está bien, porque voy a probarte que puedes poner toda tu fe en mí.


Eso me encantaría tanto; tener una persona de la que siempre podría depender por amor y seguridad. Y más que nada me encantaría que fuera Pedro Henry.


—Por favor no confundas mi falta de seguridad con falta de amor. Te juro que no podría amarte más, pero necesito tiempo.


—Yo quiero que tengas todo lo que quieras. Si es tiempo lo que estas pidiendo, entonces te daré todo lo que necesitas. —Él tira mi rostro hacia el suyo y me besa en la boca con tanta suavidad, que casi me desmayo—. Siempre te daré lo que sea que quieras.


Siento su erección atrapada entre nosotros y muevo la pelvis suavemente contra ésta.


—En este momento, sólo quiero una cosa, y definitivamente, tú eres la única persona que puede dármelo.


En tiempo record, él nos ha movido al suelo y estoy sobre mi espalda con él arrastrando mis jeans y ropa interior por mis piernas. Es implacable cuando entra en mí con tanta fuerza, mi espalda resbala sobre la alfombra.


—Lo siento —se disculpa, pero no afloja mientras me embiste con fuerza. Soy lanzada más allá sobre el suelo con cada embestida.


Enlazo mis brazos alrededor de él para aferrarme.


—Nunca lamentes follarme tan bien.


—Dios, vas a quedar con quemaduras por la alfombra si sigo así.


Se levanta del suelo y tira de mí contra él. Me levanta y deposita mi trasero en el brazo del sofá. Caigo hacia atrás sobre los cojines antes de levantar los pies hasta sus hombros y él comienza de nuevo. Maldición. Estoy siendo follada mientras prácticamente estoy de cabeza, y es bastante extraordinario.


Debería estar dispuesta a alejarme de mi vida sólo para que me pueda hacer esto todos los días. Definitivamente es algo para considerar.


Envuelve mis muslos con las manos y tira de mí hacia él mientras embiste con más fuerza con cada embestida.


—Lo que dije, lo dije en serio. Juro que eres mi maldito sueño hecho realidad.


Es increíble como puede tomar la más dulce de las cosas, tirar la palabra maldito en el medio y yo podría derretirme en un charco a sus pies. Si todavía tuviera mi ropa interior, estaría dejándola caer después de oírlo decir eso.


No tengo tiempo para pensar en una respuesta ingeniosa porque está embistiendo en mí esas últimas veces.


—No hay nada que me guste más que estar dentro suyo, Srta. Alfonso.


De acuerdo, eso es un poco diferente. Por lo general, sólo gime mi nombre. Esta vez recibo una frase completa, terminando con Srta. Alfonso.


Cuando ha terminado de acabar, me deslizó hacia arriba por el sofá y él se hunde sobre mí con su cuerpo ubicado entre mis muslos.


—Juro que no pierdes la oportunidad de conseguir estar entre mis piernas.


—No, ciertamente no, y eso no cambiará pronto. —Estira la mano y sonríe maliciosamente mientras apoya su mano sobre mí—. Aquí es donde amo estar.


Alejo su mano de una palmada, porque a veces una chica necesita un breve descanso.


—Eres un animal.


—Y te encanta.


Siempre dice eso. Y es verdad.


—Sí, así es.


—Tenemos seis días para nosotros antes de que debas regresar al estudio. ¿Quieres hacer algo especial?


Siempre estoy lista para todo, especial o no, con él.


—¿Que tienes en mente?


—No lo sé. ¿Quizás viajar a alguna parte?


He estado fuera de casa por tanto tiempo. Me gustaría pasar algo de tiempo aquí en vez de irme toda la semana.


—Quizás si fuera un viaje corto… no más de tres días.


—¿Qué te parece Las Vegas?


Me gusta la idea de un poco de diversión en los casinos.


—Podría venirme bien un poco de R&R. Quizás hacer algunas apuestas. Ver un espectáculo.


—¿Qué día te parece bien?


No quiero regresar y tener que empezar los ensayos al día siguiente.


—¿Podemos hacerlo pronto para poder tener algunos días de descanso antes de tener que regresar al estudio? Va a ser un infierno una vez que empecemos con este nuevo material.


—Lo que quieras. ¿Qué tal pasado mañana? Entonces regresarás para tener el fin de semana para descansar antes de estar en el estudio el lunes.


—Hagámoslo.



Nunca he estado en Las Vegas. Hasta que empecé a viajar con Southern Ophelia, Australia y Nueva Zelanda habían sido el alcance de mis viajes; y esos fueron con el dinero de otra persona. Creo que también lo es este viaje, pero no me siento tan dependiente. Podría permitirme este viaje si Pedro Henry me permitiera pagar.


Pero no lo hará porque así es él.


Nos registramos en nuestro hotel y por supuesto, él ha reservado la suite más lujosa que tienen; la presidencial, estoy segura. Es enorme y la decoración es extravagante sin escasez de lujo en los muebles en tonos de oro y marrón. El cuarto de baño es majestuoso en tonos a juego de oro y la niña juguetona dentro de mí no puede esperar a ver lo que Pedro Henry se le ocurre que hagamos en la gigantesca bañera de hidromasajes del tamaño de una pequeña piscina.


Quizás deberíamos quedarnos más de dos días. Puedo ver como esto podría ser relajante. Quizás no debería estar tan apresurada por regresar ya que Pedro Hery y yo podemos tener divertirnos mucho más en esa ducha doble ducha con montones de duchadores que en la pequeña bañera de fibra de vidrio de mi apartamento.


—¿Qué quieres hacer primero? —Tengo la esperanza de que diga que nos sumergiremos juntos en la bañera. No lo hemos hecho en tanto tiempo.


Él me da un golpecito en la punta de la nariz.


—Tú, querida, tienes una cita en quince minutos.


—¿Para qué?


—Unos mimos muy merecidos. Te programé una hora y media en el spa para todas aquellas cosas de chica que tanto te gustan, y luego una hora con la masajista… una mujer, por petición mía. No quiero que ningún hombre te ponga las manos encima, sobre todo en tu espalda. Eso es mío y ningún otro hombre lo toca.


Es una espalda, no una vagina.


—Puedes ser tan cavernícola a veces.


—No discutiré eso. —Me envuelve la cintura con los brazos y siento su cálido aliento contra mi oreja mientras con voz ronca dice—. Algún día voy a volver a tenerte sobre la mesa de mi cava, pero la próxima vez, te voy a follar hasta que grites.


—Creo que recuerdo algunos gritos en algún momento —le recuerdo.


—Sí, pero no del tipo que tengo en mente para la próxima vez.


—¿Me lo prometes?


—Absolutamente. —Él toma mis nalgas y gruñe juguetonamente—. Ahora, lleva tu perfecto trasero abajo para que te mimen.


—Sí, señor.


Él besa su lado de mi rostro donde todavía luzco un oscuro moretón.


—Tengo una llamada en conferencia así que estaré en la habitación atendiendo los negocios en casa, por si me necesitas por cualquier motivo.


—De acuerdo.


—Disfrutalo.


Como si hubiera una posibilidad de que no lo hiciera.


—No te preocupes. Tengo la sensación de que lo haré.




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