lunes, 6 de junio de 2016

CAPITULO 143




Es del día tres del castigo de Pedro Henry. No hemos hablado desde la mañana en que se fue, y lo extraño terriblemente. 


Por cada vez que no lo llamo, casi lo hago.


Creo que lo hubiera hecho si Aldana no hubiera estado conmigo, pero ella me mantiene resistiendo la tentación.


Los últimos dos días, lo hemos pasado con las mujeres Alfonso invadiendo cada tienda de bodas en Sydney.


Mientras más paso con ellas, más las adoro. Es como tener un una mamá y hermanas normales y amorosas. Y es maravilloso.


Pedro Henry no sería al único que extrañaría si nos separáramos, así que es algo bueno que no lo hagamos. Pero aún no lo sabe. Me doy cuenta de que es un poco cruel tenerlo a ciegas. Estoy comenzando a sentirme un poco culpable por eso, pero me alegra regresar a casa para poder dejar las cosas atrás y seguir adelante.


Espero que sea él quien conteste el teléfono cuando llamo. 


No me dice hola cuando responde, y mi corazón se paraliza con el sonido de mi voz al decir mi nombre.


—P —Amo la nueva forma que tiene de llamarme. Es mucho más íntimo que llamarme Pau como todos los demás lo hacen.


—Estaba llamando para ver si podrías enviar a Daniel para recoger a Aldana. Está lista para volver a donde Zac.


Y yo estoy lista para volver a ti.


—Por supuesto. ¿Cuándo?


—¿Podría estar aquí para el almuerzo mañana? —Ya sé que puede. Pedro Henry lo enviaría ahora mismo si se lo pidiera.


—Absolutamente. Dile que lo espere a las doce. —Conozco lo suficiente a Daniel como para saber que a las 12 en punto estará estacionando en la casa.


—Le avisaré ahora.


Hay una embarazosa pausa antes de que pregunte.


—¿Cómo estás?


Mi determinación flaquea, y estoy lista para ceder. Quiero decirle que regresaré a casa, porque lo extraño como el infierno, pero no lo hago. 


Me contengo.


—Estoy bien. ¿Tú?


—No estoy bien en absoluto. Te extraño y me voy a volver loco si no vuelves aquí conmigo.


Si continúo con esta conversación saldré perdiendo…


—No quiero hablar de esto por teléfono.


—Entonces ven a casa, así podemos hablar cara a cara. Por favor.


—Lo pensaré. —Y eso no es una mentira, porque me la voy a pasar pensando en lo que le diré una vez en casa. Temo decir mucho si seguimos hablando, así que termino la conversación sin darle ninguna pista de que para mañana a la noche ya estaré en casa con él.






No hay comentarios:

Publicar un comentario